Carlos Peña: “La tontería de la franqueza”

El académico de número reflexiona sobre la situación política actual de Chile en su columna de El Mercurio.  

Todos los asistentes, de izquierda y de derecha, coinciden.

Fue una reunión durísima, dijo María José Hoffmann. Una reunión dura, franca, a ratos tensa, agregó Francisco Chahuán. Fue muy franco el Presidente, y fuimos francos nosotros, comentó Gloria Hutt. Y la vocera de gobierno la describió, por su parte, como una reunión “bastante honesta, franca, sincera y a ratos bastante dura, pero también muy necesaria”.

Todo esto es muy raro.

Porque como todo el mundo sabe, este tipo de encuentros, esas reuniones duras y ásperas del tipo que describen Chahuán, Hoffmann, Hutt o Vallejo, es fácil imaginarlas, e incluso comprenderlas, cuando los partícipes tienen un compromiso emocional o emotivo entre ellos o están aferrados sentimentalmente a lo que se disputa, como ocurre en los quiebres matrimoniales o cuando los herederos disputan entre sí una suma de dinero o incluso un cachivache, un objeto aparentemente inofensivo al que está atado un recuerdo. Entonces, cuando se encuentran para decidir cómo se distribuirán los bienes, o las visitas de los niños, es natural y comprensible que la racionalidad disminuya, las emociones se pongan al mando y broten los reproches de lado y lado. Por eso las disputas de familia o de herencias, o entre quienes fueron amigos, son tan agrias. 

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