El académico de número analiza el resultado de las elecciones de consejeros constitucionales en su columna de El Mercurio.
El resultado de ayer tiene tres significados. Es un límite al gobierno, una muestra flagrante del error de octubre y configura una paradoja que será necesario resolver.
Los gobiernos no llegan tan lejos como lo auguran sus programas, sino hasta donde lo permiten sus limitaciones. Y la principal limitación en la democracia es la voluntad de la ciudadanía.
Y la ciudadanía acaba de manifestar una flagrante desavenencia con el Gobierno.
Por supuesto los creyentes del Frente Amplio (guardando silencio acerca del salvavidas socialista que los salvó del ahogo, pero no del naufragio) dirán que todo esto es resultado del modelo neoliberal que habría logrado engatusar a la ciudadanía al extremo de impedirle ver los brillos secretos de la gestión gubernamental. Y es probable que la derecha iliberal o antiliberal, por su parte, infatuada por el resultado se sienta tentada de creer que la ciudadanía adhiere a sus ideas (a las pocas que ha dado a conocer) y se disponga entonces a un arreglo constitucional retentivo, apenas una enmienda a lo que hoy se encuentra vigente.