El académico de número analiza las declaraciones del Presidente Gabriel Boric en la Celac sobre la situación política y social de Perú en su columna del diario El Mercurio.
¿Hizo bien el Presidente Boric al referirse a las protestas en Perú, acusando represión de las fuerzas policiales contra los ciudadanos, los mismos a quienes, según dijo, ellas debían proteger?
La mayor parte de quienes han comentado el incidente, comenzando, como era obvio, por la Cancillería peruana, consideraron que no, que esa declaración equivalía a entrometerse en un gobierno ajeno. Y bien mirado parece que es así. Si Chile se quejó de las declaraciones del embajador Bielsa, ¿cómo Perú no podría quejarse de lo que el Presidente dijo, más grave y terminante, desde luego, que las declaraciones del embajador Bielsa, quien, después de todo, aligeró lo que dijo con algunas gotas de ironía?
Y siendo así, si el discurso redactado era obviamente inaceptable (juzgado bajo los mismos parámetros que se aplicaron al embajador argentino), ¿por qué el Presidente Gabriel Boric, un hombre inteligente que sabía lo que deletreaba, se decidió a leerlo en la Celac?
La explicación se encuentra en la escena originaria.