El académico de número escribió sobre el trabajo y los desafíos de la Convención Constituyente para darle al país un nuevo texto constitucional en los próximos meses en una columna del diario The Clinic.
Constitución e instalación de la Convención
Buenos oficios mediante de una funcionaria pública de comportamiento ejemplar, la Convención Constitucional se constituyó el 4 de julio. A partir de ese momento inició un proceso de instalación que ha tomado casi tres meses, durante el cual hubo que superar problemas logísticos, adoptar unas reglas provisorias de funcionamiento y poner a trabajar a varias comisiones internas, también transitorias, que acordaron y sometieron al pleno las reglas permanentes de funcionamiento de la Convención.
En eso estamos ahora: votando esas reglas permanentes para que, una vez adoptadas, la Convención pueda iniciar la tercera fase después de su constitución e instalación, fase que podríamos llamar de estudio, debate, acuerdo, redacción, armonización y propuesta al país del nuevo texto constitucional. Para esto último van a instalarse ahora comisiones temáticas de carácter permanente que, junto con entender que se las forma para apuntar a una división del trabajo y no a una división del poder, tendrán que lograr una articulación muy superior a la casi nula que mostraron las comisiones transitorias bajo la mirada impávida de la mesa directiva de la Convención.
Lo anterior quiere decir que la instalación de la Convención habrá tomado 3 meses y que restan entonces 6 (o máximo 9) para que se realice la parte más importante del trabajo. Serán 9, pero ojalá ni un día más, puesto que el país no vería con buenos ojos un alargue más allá de ese plazo y, aún con peores ojos, cualquier demanda, o siquiera insinuación, en este momento, de un tiempo superior a un año. A una Convención Constitucional no debería ocurrirle lo que a muchas empresas que se hacen cargo de grandes obras públicas: no cumplir los plazos e incurrir en sucesivas postergaciones en la entrega de las obras.