Sergio Muñoz: “La obcecación constituyente ha dañado a Chile”

Columna del escritor y analista político publicada en el medio digital Ex-Ante.

Álvaro Elizalde, presidente del Senado, y Vlado Mirosevic, presidente de la Cámara, fueron el martes 13 a La Moneda para entregarle al presidente Gabriel Boric el texto firmado por los partidos el día anterior que pone en marcha un segundo proceso constituyente. Los tres efectuaron enseguida un punto de prensa en La Moneda, para producir el efecto mediático de un acto institucional. Habían hecho campaña a favor del proyecto de Constitución de la Convención, pero la mayoría de los ciudadanos optó por no escuchar su consejo. Ahora, como si nada hubiera pasado, le ofrecen al país una nueva prueba de laboratorio.

Es tan profundo el deseo de estabilidad, que muchas personas bien inspiradas expresaron de inmediato su satisfacción por el acuerdo de los partidos. Lo que se valora, en realidad, son los 12 puntos concordados como “bases constitucionales” al comienzo de las negociaciones, y que implican un retroceso en toda la línea de las posturas que los partidos de gobierno aprobaron en la Convención y defendieron en la campaña del Apruebo. ¿Es verosímil un cambio tan radical de visión entre septiembre y diciembre? Es legítimo dudar.

Como sea, las izquierdas asociadas aceptan hoy que Chile es una nación indivisible, que hay tres poderes del Estado, que el Senado debe seguir existiendo, que no puede rebajarse la autoridad del Poder Judicial, que Carabineros y la Policía de investigaciones son las únicas instituciones policiales, que son autónomos el Banco Central, el Tribunal Calificador de Elecciones, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República, que se mantienen los estados de excepción constitucional, etc. Esas y otras disposiciones integran, con ligeras variaciones, el capítulo “Bases de la institucionalidad” de la Constitución vigente. En rigor, lo que se celebra es que Chile mantenga lo que tiene.

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